La relación entre Antonio Mairena y la Universidad no fue una mera anécdota, sino un capítulo fundamental en la dignificación del flamenco. Según el artículo de Rafael Infante Macías en la revista Demófilo, Mairena encarnó, sin título oficial, las tres misiones de la enseñanza universitaria definidas por Ortega y Gasset: transmisión de la cultura, enseñanza de las profesiones e investigación científica. Su vida y obra constituyen una verdadera cátedra del cante gitano-andaluz.
La Universidad como Reconocimiento Supremo
Para Antonio Mairena, el reconocimiento del mundo intelectual y universitario representaba la consagración social y cultural del flamenco. Este sueño se materializó en 1963 con la celebración de la Semana de Estudios sobre el cante, organizada por el S.E.U. en el Paraninfo de la Universidad de Sevilla. Mairena relató este momento como uno de los más destacados de su vida. Presidir el acto junto al Rector y, significativamente, junto a Pastora Pavón, Niña de los Peines, a quien también hicieron subir a la presidencia, supuso para él la culminación de su lucha. «Yo sentí que allí se completaban los sueños de mi vida artística», confesó. Aquel acto, sin precedentes, marcó para Mairena el momento en que «el cante había entrado en la Universidad».
Una Presencia Activa en las Aulas
La participación de Mairena en la vida universitaria fue constante y activa. En 1961, intervino en el Primer Curso Nacional de Cante Andaluz, organizado por la Cátedra de Flamencología de Jerez y la Universidad de Sevilla, celebrado en el Colegio Mayor Beato Diego de Cádiz. El acto de clausura fue reseñado por la prensa local como «algo grandioso, único, inenarrable».
Posteriormente, en 1969, fue pieza clave en el Primer Ciclo de Flamencología organizado por los alumnos de Derecho en su Facultad. Bajo la presidencia del Decano Manuel Olivencia, Mairena ilustró con su cante la conferencia de clausura de Rafael Belmonte. Al finalizar el acto, los estudiantes le entregaron una placa conmemorativa y una bufanda, símbolo de la «Orden de la bufanda» creada con motivo de aquel ciclo. Su presencia se repitió en otros centros como la Facultad de Medicina o la Escuela de Peritos Industriales.
El Título de Profesor Honorífico
La relación llegó a su punto álgido en 1980, cuando la Universidad de Córdoba, a través de su Aula de Cultura, le otorgó el nombramiento de Profesor Honorífico. En su discurso de agradecimiento, Mairena volvió a evocar con emoción aquel día en el Paraninfo de Sevilla con la Niña de los Peines, afirmando: «yo, por lo menos, así lo concebí en el momento en que ocupo el sitio presidencial del paraninfo de la Universidad de Sevilla». Con este título, la institución académica reconocía explícitamente su «importante labor en la recuperación y difusión de cantes».
Proyección Internacional y Legado
El reconocimiento traspasó fronteras. En 1995, la New York University le rindió homenaje en el Vanderbilt Hall, donde se proyectó una foto de Mairena con la Llave de Oro y su sobrino Manuel Mairena cantó en su honor. Como señaló el artículo, «en la Universidad de Nueva York, el cante gitano-andaluz, el cante de Antonio Mairena y el de tantos otros, había salido en victoria».
La obra de Antonio Mairena –su magisterio oral, su labor investigadora y sus publicaciones– demuestra que el flamenco puede y debe ser objeto de estudio serio. Su diálogo con la Universidad no fue un intento de academicismo, sino el encuentro natural de un maestro con la institución del saber, allanando el camino para que el cante jondo ocupara para siempre un lugar en las aulas.
Artículo basado en el texto «Antonio Mairena y la universidad» de Rafael Infante Macías, publicado en la revista Demófilo, Nº46 (2013).



